Tristeza de un hombre que no quiso contar
sus sueños,
Intento desesperado de quien lucha ante su
propia sombra;
Ya que cierto día vino susurrando su oscuro
lamento,
Ya que en otro momento terminó encontrando
paz interior.
Discordancia evidente entre lo correcto y
lo que quiere;
Se encuentra inconforme de su propia
creación;
Elaboración ajena de aquellos destellos que
inmortalizan,
Proceso perfecto con ese final que
ciertamente incomoda.
Ha pasado el tiempo, ya el río dejó de ser
caudaloso,
Historias de vida, historias que ahora ya se
pueden ir contando;
El rumbo es otro; penas, tragedias y
dolores que ya partieron;
Queda algo, un recuerdo; lo esencial, basta
con reconocerlo.
Ante un ser divino reconoció que su vida ya
colapsaba,
El mismo que logró sanarlo y salvarlo,
dibujarle una sonrisa;
Limpió su corazón, rejuveneció su cuerpo,
su espíritu;
Dejó sutil huella; que impide olvidar muchos
buenos momentos.
El ocaso, se creyó contemplarlo, convenientemente
no vivido;
Menciones, reacciones y soluciones, todas llegaron
y se quedaron;
Ofensas también llegaron, y sin disculpas,
hace mucho rato se marcharon,
Un buen deseo, mucho se ganó; solo que el
tiempo así no lo entiende.
Tristeza de un hombre que no quiso contar
sus sueños,
Ahora se entiende que solo quiso ocultar su
dolor;
Paso ligero que eleva sus expectativas, un
nuevo horizonte;
Consciente, atento, pensante, con dudas,
con gratos recuerdos.