martes, 24 de julio de 2012

Tristeza de un hombre que no quiso hablar

Tristeza de un hombre que no quiso contar sus sueños,
Intento desesperado de quien lucha ante su propia sombra;
Ya que cierto día vino susurrando su oscuro lamento,
Ya que en otro momento terminó encontrando paz interior.

Discordancia evidente entre lo correcto y lo que quiere;
Se encuentra inconforme de su propia creación;
Elaboración ajena de aquellos destellos que inmortalizan,
Proceso perfecto con ese final que ciertamente incomoda.

Ha pasado el tiempo, ya el río dejó de ser caudaloso,
Historias de vida, historias que ahora ya se pueden ir contando;
El rumbo es otro; penas, tragedias y dolores que ya partieron;
Queda algo, un recuerdo; lo esencial, basta con reconocerlo.

Ante un ser divino reconoció que su vida ya colapsaba,
El mismo que logró sanarlo y salvarlo, dibujarle una sonrisa;
Limpió su corazón, rejuveneció su cuerpo, su espíritu;
Dejó sutil huella; que impide olvidar muchos buenos momentos.

El ocaso, se creyó contemplarlo, convenientemente no vivido;
Menciones, reacciones y soluciones, todas llegaron y se quedaron;
Ofensas también llegaron, y sin disculpas, hace mucho rato se marcharon,
Un buen deseo, mucho se ganó; solo que el tiempo así no lo entiende.

Tristeza de un hombre que no quiso contar sus sueños,
Ahora se entiende que solo quiso ocultar su dolor;
Paso ligero que eleva sus expectativas, un nuevo horizonte;
Consciente, atento, pensante, con dudas, con gratos recuerdos.